¿GÉNERO O SEXO?
No sé si el dictador venezolano Hugo Chávez fue el inventor de la moda de usar a diestra y siniestra las palabras en género masculino y femenino, más o menos así: “Venezolanos y venezolanas: este es un triunfo de todos y de todas, ciudadanos y ciudadanos, hombres y mujeres, niños y niñas…” Pero si no le corresponde a él el dudoso honor de ser el inventor, por lo menos sí fue el gran difusor de este vicio que aún hoy sigue aquejándonos.
¿GÉNERO O SEXO?
En pro de una supuesta “inclusión de género”, el dictador hacía gala de una ignorancia supina, pues no sabía que el concepto de “género” es propio del idioma (cualquier idioma). En otras palabras, es un concepto gramatical. Así, por ejemplo, el griego antiguo tenía más de dos géneros, como lo explica magistralmente Andrea Marcolongo:[1]
Además del género femenino y del género masculino, los mismos en los que hemos optado por expresar la vida en nuestra lengua, el griego poseía otro género: el neutro […..] La distinción del griego antiguo era entre género animado, masculino o femenino, y género inanimado. Las cosas de la vida eran clasificadas gramaticalmente en dos tipos: con alma o sin alma […..]. La oposición entre masculino y femenino era mucho menos clara, alejada del significado original, a veces confusa o borrosa. Al neutro pertenece la propia palabra griega que significa “género”.
Y sigue:
El hecho de que una palabra sea masculina o femenina (o neutra) es, en todas las lenguas del mundo, una cosa difícil de reconocer y de atribuirle una motivación. La razón de fondo es que cada lengua, más allá de que esté viva o muerta, escoge el género de sus palabras de manera casi arbitraria. […..] Los géneros son, pues, propiedad exclusiva de la lengua, de cada lengua, y no se puede hacer nada al respecto. Son una manera totalmente original de expresar el mundo.[2]
Tan propio es el concepto de género, que lo que en un idioma puede ser de un género, en otro idioma puede ser de otro género. Hay lenguas vivas que tienen más de dos géneros. Tal es el caso del alemán. Y no solo eso: en nuestra propia lengua hay palabras que admiten los dos géneros (masculino y femenino). Ejemplos: calor, sartén, mar. La preferencia por un género o por el otro depende del lugar de origen del hablante, de la época en que vive, de su nivel educativo, etc. Veamos algunos ejemplos de variación de género de las palabras dependiendo del idioma:
PALABRA | ESPAÑOL | FRANCÉS | ITALIANO |
Mar | Masculino o femenino | Femenino | Masculino |
Nariz | Femenino | Masculino | Masculino |
Bolsillo | Masculino | Femenino | Femenino |
Chávez y sus seguidores lingüísticos también ignoraban que el género masculino se emplea en español para incluir tanto los vocablos masculinos, como los femeninos. Es posible que esto no nos guste. Personalmente, yo preferiría que primara siempre el género de la mayoría. Así, si en un salón hay 100 mujeres y 1 hombre, para mí tendría más lógica (y equidad) referirnos a “nosotras”. Pero por el momento, es el género masculino el que incluye también el femenino. Al decir : “El gato es un individuo solitario”, se sobreentiende que nos referimos tanto a los gatos, como a las gatas. Y al decir: “Escuela para niños superdotados”, nos referimos a niños y a niñas. No hay necesidad de caer en adefesios como “El gato y la gata son individuos (¿e individuas? 🥵) solitarios y solitarias”, ni “Escuela para niños superdotados y para niñas superdotadas”.
Asunto muy distinto es el “sexo”, el cual es un concepto biológico. La mayoría de los seres vivos (plantas, animales y seres humanos) nacemos con un sexo determinado por la biología. Como tal, es invariable (a no ser que se usen procedimientos quirúrgicos, hormonales, médicos, etc.). Pero aún en el caso del cambio de sexo, una vez cambiado, será una condición permanente de ahí en adelante. El sexo no cambia en razón de la nacionalidad ni del idioma.
Por tanto, al usar expresiones como violencia de género, estamos atribuyendo a las palabras la condición de violentas. Son los seres humanos los que comenten actos de violencia, y por tanto dichos actos constituyen violencia de sexo o violencia sexual.
El Diccionario de la lengua española define así la palabra “sexo”: “Condición biológica de los seres vivos, por la cual se les clasifica como masculinos o femeninos”. Y la definición de género es: “Categoría gramatical inherente en sustantivos y pronombres […..] [3]“. La definición sigue, pero la interrumpo aquí para continuar esta explicación en mi próximo artículo.
MINUCIAS
Las letras más usadas por los latinoamericanos son E, A, O, L y S.
SABIDURÍA DE SANCHO PANZA
Buen corazón quebranta mala ventura.
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Muy interesante la propuesta de usar el género según su mayoría en el grupo al que uno se refiera. Personalmente considero que el lenguaje cambia según los usos e influencias, como cuando se descubrió y colonizó America y se incorporaron palabras indígenas para designar cosas, o como cuando usamos palabras anglo debido a la fuerte influencia de su cultura en la nuestra. Considero que el uso de ambos géneros responde a una intención política de visibilizar problemáticas de la mujer en nuestras sociedades actuales (especialmente latinoamérica) más que una moda o “jugada” de algún dirigente populista. Saludos.
Me llama mucho la atención este punto de vista de la necesidad de hacer visible a la mujer y lo femenino. Es algo como “las vidas negras (también) importan”. Sin embargo, creo que el mismo fin se lograría usando el género correspondiente a la mayoría. Esa sería una excelente reforma, y cumpliría el cometido de la inclusión sin dar prioridad a un solo género. Sin embargo, sigue siendo una necesidad distinguir entre los conceptos de “género” y “sexo”. Muy agradecida por su sesudo comentario.
Gracias Yilda, por aclararnos estos dos vocablos tan mal empleados no solo por políticos ignorantes sino por comunicadores a quienes tengo en gran estima.
Gracias, Hilda. En mi opinión, una de las peores cosas que pueden aquejar a un ser humano es copiar indiscriminadamente usos y costumbres de otro idioma, sin pensar sin son lógicos, si tienen validez o no, y –sobre todo– sin ir al diccionario.
Es lamentable que, tratándose de algo tan sencillo, ahora haya que dictar clase sobre la diferencia entre género y número. No todo tiempo pasado fue mejor. Hace años, ni siquiera se hablaba del tema porque era diáfano y cristalino. Ahora es objeto de estudio y de debate. Es cierto: le lengua castellana es machista, pero la solución no es decir todo en género masculino y femenino. Y en cuanto a “sexo” y “género”, dan ganas de llorar ver formularios que tienen casillas para “género”, como si los seres humanos fuéramos palabras (o cosas), no seres biológicos con un sexo.
Yo digo lo mismo. Además, ante la duda, lo más fácil es recurrir a un libro poco consultado, mas nunca bien ponderado por los que sí lo usamos: el diccionario.
Cómo siempre me enriquecen tus artículos, el de hoy además me hizo sonreír pues me ha parecido espantoso el uso de los dos géneros utilizado especialmente en discursos politiqueros
Mil gracias, mi fiel lectora. Estoy de acuerdo: es un discurso demagógico y, me parece a mí, su objetivo es ganar más electoras.
Excelente artículo como siempre, este especialmente me encanta, porque lloro cada vez que escucho o leo políticos y peor aún comunicadores sociales utilizar todas y todos. Creo importante compartirlo en todas las redes sociales.
Lo compartiré. Gracias por el comentario.
Muchas gracias por el comentario.
Parece que hubiera un empeño en perjudicar nuestra lengua. Me da la impresión también de que este error se está pasando a otras lenguas, aunque la que nos importa es esta.
Claro: la que nos interesa es esta, pero es muy difícil luchar contra los que tienen tanto poder de “llegar a las masas”.
Siempre es un placer leer tus escritos, mi estimada Yilda. Sospecho que la confusión entre género y sexo es una contaminación del inglés. Claro, también está el discurso politiquero. Precisamente, porque la lengua es viva, esa imposición de conceptos no encaja. Igual, ya se han hecho varios intentos (fallidos) en el pasado de ajustarla a conveniencia.
Muchas gracias, Conchita. Es muy probable que sea una contaminación del inglés, como usted lo dice. Sin embargo, aunque la lengua inglesa no tiene géneros (o solo uno), hace también la distinción entre género y sexo, como se ve aquí: https://www.dictionary.com/browse/gender?s=t Es decir, es posible que el error venga del inglés, pero también es un error en inglés. En estos días tuve la grata sorpresa de ver que el formulario de solicitud de un nuevo pasaporte estadounidense tiene una casilla para SEXO, no para “género”, tanto en inglés como en español.
Esta explicación viene como anillo al dedo en momentos en que ya se regó ese estilo populachero y demagógico de Chávez. Yo creo que ha de estar en un infierno lingüístico en este momento.
Valioso aporte. Tema candente.
Efectivamente: tema muy de moda. No ha faltado quién me diga que no toque este tema porque es “peligroso”, pero yo creo que es más peligroso usar las palabras equivocadamente.
Gracias Yilda por esa aclaración tan importante. Muy buen artículo y muy bien explicado.
Apreciadísima Yilda, ¡qué tema tan central para el uso de nuestra idioma abordas en este artículo! La confusión entre “género” como concepto gramatical y “sexo” como designación biológica (y, podríamos añadir, la noción de “género” como construcción sociocultural -roles y atributos que una determinada sociedad considera apropiados para los individuos de cada sexo-, tan importante en los estudios feministas y culturales en general) propiciada por modas que pretenden adscribir usos “políticamente correctos”, oscurecen el importante debate surgido de la conciencia de que el lenguaje, como la gran construcción simbólica a través de la cual vivimos y construímos nuestro horizone de sentido, configura nuestra experiencia de ser y estar en el mundo; por tanto, al “tomar la palabra” hacemos cosas. La preocupación es cómo hacer un uso corrrecto de nuestro idioma (que, en mi opinión, refleja sin duda las estructuras del sistema patriarcal) pero con la conciencia de favorer la inclusión. Diversas instituciones (entre ellas, Naciones Unidas), hay elaborado guías y manuales con estrategias para un lenguaje incluso. Hay mucho que aplicar que supere, por ejemplo, el indiscriminado uso del “desdoblamiento” tipo: los niños y las niñas, los maestros y las maestras…. Sin duda, la discusión sigue abierta ya que es incontenible la proliferación de expresiones que pretenden ser “incluyentes”, en diversos contextos de comunicación. Por ello, son tan valiosos y oportunos tus aportes y enseñanzas. ¡Gracias Yilda!
Muchísimas gracias por esta contribución tan enjundiosa. En su libro “Nueve razones para amar el griego, la lengua de los dioses”, Andrea Marcolongo explica un punto de vista muy similar al que tú expones: es el idioma el que moldea el pensamiento, y no al contrario. Razón de más –digo yo– para buscar un idioma que haga justicia al sexo femenino y a las minorías, y permita que gire hacia adelante la rueda de la historia, en lugar de quedarse estancando en un conservadurismo que indefectiblemente fenecerá. Por lo pronto, yo propongo la fórmula de usar en cada instancia el género correspondiente al sexo de la mayoría. Ojalá la Academia nos oiga.