INMORTALES CARTAS DE AMOR
Bolívar y Manuela
Hoy, 14 de febrero, se celebra en los EE.UU. el día de los enamorados, el día de San Valentín. En esta festividad en la que los amantes se profesan su amor por enésima vez, en la que se renuevan los votos de fidelidad, y los juramentos de pasión eterna, me parece justo y necesario ceder la palestra a alguien cuyos sentimientos, pasión y lealtad nunca menguaron ni en la riqueza, ni en la pobreza; ni en la salud, ni en la enfermedad; ni en la vida ni en la muerte. Ni más allá de la muerte.
Como este blog está consagrado a tratar temas relacionados con la lengua castellana, hay una justificación aún mayor para ceder la palabra a quien supo expresar de manera magistral sus sentimientos por el amado; su naturaleza indómita encontró en el amor el acicate perfecto para ir en pos de su propio destino, y dejar plasmadas por escrito inmortales cartas de amor.
Los amores de Bolívar y Manuela Sáenz (“Manuelita”, como se le conoce en los países andinos) van más allá del reino de la pasión: quedaron para siempre cincelados en la literatura castellana. Son innumerables las cartas que se cruzaron mientras él se encontraba librando batallas para dar la libertad y la independencia a cinco naciones (valga decir, todo el tiempo), y ella lo esperaba o lo acompañaba, protegiéndolo siempre de la ingratitud, de la traición, de la desesperanza, y de la propia muerte. Por ello Bolívar la llamaba “La libertadora del libertador”.
Manuela era dueña de un arrojo del que muy pocas mujeres han hecho gala a lo largo de la historia. Si se tiene en cuenta que era quiteña y criada por monjas de principios del siglo XIX, su valentía y decisión prácticamente carecen de parangón. Uno de los actos más elocuentes de esa ardentía de carácter fue la determinación de dejar a su marido, el inglés James Thorne, para seguir de una vez y para siempre al General Bolívar.
Copio a continuación tres breves cartas de Manuela a su bienamado:
Sin fecha
General Simón Bolívar
Muy señor mío:
Mi genio, mi Simón, amor mío, amor intenso y despiadado. Sólo por la gracia de encontrarnos daría hasta mi último aliento, para entregarme toda a usted con mi amor entero; para saciarnos y amarnos en un beso suyo y mío, sin horarios, sin que importen el día y la noche y sin pasado, porque usted mi Señor es el presente mío, cada día, y porque estoy enamorada, sintiendo en mis carnes el alivio de sus caricias. Le guardo la primavera de mis senos y el envolvente terciopelo de mi cuerpo (que son suyos).
Su Manuela
***
Sin fecha
General Simón Bolívar
Señor mío, mi amor:
No me basta decir te quiero; por eso lo escribo, por la necesidad y el apremio de mi pecho. Quiero grabarlo en las nubes, en el cielo de mi Quito quiero; en el Pichincha es mi anhelo, y en su Colombia como una antorcha, inundada de luz por nuestro amor y por la Gloria. Lléveme con usted al mismo abismo, donde grito y ruego que lo quiero. Deje Ud. allí crecer mis besos y esos besos suyos bajo el sol de la esperanza y en silencio, como crecen las flores, en esa tierra suya donde vieron nacer su hombría y sus desvelos.
Su Manuela
***
Sin fecha
Simón
Mi amor:
Hay algo en usted que nunca he conquistado; es algo que no me pertenece, me conturba y estremece; algo en ese amor suyo que aún no he encontrado: atormentado e indefinible. Yo tengo ansiedad en las noches y no amanece, como un suplicio voraz que come y crece entre esta mi carne viva allí escondida. Mi llanto y mi voz son mis espantos. Grito, en el abismo, sin eco y sin resuello. Amor, Simón, mi daga interna, ¿por qué, si hasta su nombre me levanto, hay algo en usted que nunca se me entrega?
Dígamelo usted,
Manuela
MINUCIAS
Autodidacto: hombre que se ha enseñado a sí mismo. Autodidacta: mujer que se ha enseñado a sí misma.
Analfabeto: hombre que no sabe leer ni escribir. Analfabeta: mujer que no sabe leer ni escribir.
SABIDURÍA DE SANCHO PANZA
Quien canta sus males espanta.
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Hola Yilda:
¡Qué bonito detalle de tu parte! Estoy impactada nada más al asomarme a estas cartas, más en estas fechas, abrazos.
Muy agradecida, Georganne.
Más que aventada, Manuelita reconoció que uno no sabe qué va a pasar mañana. Por eso, creo yo, optó por manifestársele al amor de su vida sin titubeos. Aprendamos: nunca es tarde para decirle a un ser querido “Te quiero”. Aprovecha el día de hoy para emular a la libertadora del Libertador.
Justamente por eso la admiro tanto. Carpe diem, sobre todo en cosas de amor.
Hello Yilda,
Well, I know you love Manuelita, but it’s all a bit too hot for an ex-Catholic Minnesotan who never had a true love! Now I shall put my dictionary away and spend my day weeping for a love I shall never know!
Best wishes!
Good luck, my friend. Hope you find it. It is never too late.
Querida Yilda,
¡que tesoro! …que pasión, que entrega….amores imposibles de encontrar hoy en día. Amores que, a pesar de las distancias y la comunicación lenta, perduraban a toda prueba, deseándose y añorándose profundamente.
Gracias por compartirnos un poco de sus tesoros.
Efectivamente, Nohra. Me pregunto si actualmente existe este tipo de amores Que iban más allá de todo lo humano y lo divino.
Muy oportuno tu mensaje para este día de San Valentin!
Agradezco mucho tu comentario, Ana María.
Rindamos homenaje a esta pareja inmortal.
Que así sea para siempre.
Dos amantes que hicieron historia para siempre en la literatura y en el mundo. Legendarias cartas que revelan un amor que nada puede acabar. Gracias por recordarnos a estos dos seres sublimes y únicos.
Que ojalá los países andinos jamás perdamos la memoria de estos dos maravillosos seres que son ejemplo de amor incondicional.
No tenía ni idea de que Manuelita escribiera tan bien.
¡Y Bolívar también! Gracias.
Que cartas tan hermosas. Muchas gracias por compartirlas.
Así es:son hermosas.Nacidas de sentimientos puros. Gracias.