MENSAJE DE NAVIDAD
Historia verídica sobre el poder del amor
Fecha: 24 de diciembre de 1944.
Lugar: una humilde cabaña en un bosque cubierto de nieve, en la Alemania Nazi.
La paz se avecinaba. Todos la ansiaban… pero aún faltaban algunos meses. Los dos bandos han acordado, no obstante, un cese al fuego que durará 24 horas. En el gélido invierno que azotó a Europa ese año, una madre alemana y su pequeño hijo se preparan para celebrar la Navidad con lo poco que tienen a su alcance: caldo de papas, y un escuálido y minúsculo pollo.
Poco antes de la medianoche, cuando ya se disponían a cenar, alguien toca a la puerta. Madre e hijo se miran inquisitivamente. ¿Quién puede ser a esas horas y en esas circunstancias? A Pesar del temor, la madre abre la puerta. Ante sus ojos hay cuatro jóvenes soldados estadounidenses. Uno de ellos tiene una pierna fracturada, y sangra profusamente. Los soldados piden respetuosamente permiso para pasar la noche y, de ser posible, dar reposo al soldado herido. Dubitativamente, la madre los hace entrar, y les dice que se acomoden como puedan.
Recordemos que acoger al enemigo es considerado traición a la patria. La madre, pues, está arriesgando hasta su vida, y el futuro de su hijo, al acoger a los soldados enemigos. Y sin embargo, generosamente pide al niño que traiga unas papas más para echar al caldo. Se disponen cuatro nuevos platos en la mesa familiar, y los seis comensales se aprestan a cenar, pero cuando ya están a punto de sentarse, nuevamente tocan a la puerta.
Reina un silencio impenetrable. ¿Quién puede ser? Esta vez las miradas están cargadas de mayor temor aún. La madre hace señas a los soldados para que conserven la calma y el silencio; y, ante la insistencia de los golpes en la puerta, decide ir a ver de quién se trata. A pesar del frío, sale de la cabaña y cierra la puerta tras sí: esta vez son cuatro soldados alemanes que hacen la misma solicitud: permiso para pasar la noche.
La madre duda. ¿Qué hacer? Si les niega el refugio, bien pueden entrar por la fuerza. Además, ¿cómo explicar negar refugio a sus propios compatriotas? Y si les permite seguir, puede ser acusada de traición, y/o puede desatarse una cruenta contienda en el interior de la cabaña.
Después de un momento de intensa hesitación, esto es lo que les dice: pueden entrar, y pueden compartir la cena y el fuego, con la condición de que dejen sus armas fuera de la cabaña. Además, deben recordar que es nochebuena. Los soldados deben prometer, pues, respetar el espíritu de la Navidad.
Aceptadas las condiciones, los cuatro nazis entran en la cabaña. Intensa expectativa se refleja en todos los rostros. La madre rompe el hielo al indicar al niño que traiga más papas para el caldo, y pedir a los norteamericanos que lleven sus armas fuera de la cabaña. Minutos después, cuando las nuevas papas ya se han cocido, todos se sientan a la mesa. Un soldado alemán sirve de intérprete entre los estadounidenses y los alemanes. Además, cambian las vendas del herido, y le dan medicinas. Todos se abrazan y expresan sus deseos de que la guerra termine pronto. Por increíble que parezca, cantaron Noche de paz. Rodeados de escasez material, los protagonistas tienen la cena navideña más deliciosa de sus vidas.
Al día siguiente se acaba el cese al fuego. Todos se despiden y se desean una muy feliz Navidad. Cuatro meses después terminó la guerra.
***
Cada uno de nosotros puede hacer su propia interpretación de esta conmovedora y espiritual historia. Entre tanto, Herederos de Cervantes les desea una Navidad llena de tanto amor como el que rezuma el relato anterior. ¡Que en sus mesas haya lugar para propios y extraños!
MINUCIAS
La palabra “contractual” no tiene nada que ver con el prefijo “contra”, sino con la palabra “contrato”, que viene del latín contractus.
SABIDURÍA DE SANCHO PANZA
Desnudo nací, desnudo me hallo, ni pierdo ni gano.
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Que lindo mensaje para este día. ¡Feliz Navidad!
Lo mismo para todos ustedes. Gracias por leer el mensaje.
Gracias por recordarme esta historia que conocí hace tiempos, pero la tenía olvidada. Toda historia que eleve nuestro sentimiento de humanidad es digna de encomio.
Hermosa historia. Me recordo aquella, tambien de la vida real, pero de la primera guerra mundial, cuando en 1914 unos soldados alemanes empezaron a cantar “Noche de Paz” en su trinchera. Los americanos, atrincherados cerca, los oyeron y se unieron al canto. Acabaron todos saliendo para felicitarse y celebrar juntos la Navidad en una tregua que duro apenas unas horas.
Qué historia tan edificante, sobre todo en estos tiempos que parecen muy similares a los del momento que usted relata. Le deseo un fin de año muy feliz
¡Muy parecidos los tiempos, ciertamente!
Hermoso, gracias por compartir.
Luisa
Gracias por el comentario. Me alegra que le guste.