MITOS SOBRE LA TRADUCCIÓN Y LA INTERPRETACIÓN
(especialmente dedicado a quienes no son traductores ni intérpretes)
Amigos y colegas: a lo largo de mis muchos años como intérprete y traductora, me he tropezado con todo tipo de mitos e ideas falaces sobre nuestra profesión. Hasta personas de alto nivel educativo a veces desconocen los conceptos más básicos.
Mientras que casi todo el mundo tiene, como mínimo, una somera idea de qué es un arquitecto, un médico, un abogado, un economista, un sacerdote, etc., cuando se trata de los traductores y los intérpretes, es como entrar en un agujero negro en el que pocos, muy pocos, ven alguna luz.
He aquí una lista que seguramente dista mucho de ser exhaustiva, de los mitos o errores sobre la profesión de intérprete y traductor.
MITO #1. “INTÉRPRETE” ES LO MISMO QUE “TRADUCTOR”, Y POR TANTO LAS DOS PALABRAS PUEDEN USARSE INDISTINTAMENTE
Tal vez es el más común de los mitos. Es raro el cliente que nos contrata para un evento, y que nos llama por lo que somos: intérpretes. Lo más común es que se refiera a nosotros como “traductores”, no importa cuál rama de la profesión estemos usando en un determinado momento.
Aclaremos las cosas de manera sencilla: el intérprete habla, mientras que el traductor escribe. Por consiguiente, es una redundancia decir “traducción escrita” o “interpretación hablada”. Es casi, casi, como “subir p’arriba”.
MITO #2. PA’ ESO NO HAY QUE ESTUDIAR
Ya perdí la cuenta de las veces que me han preguntado: “¿Pero para eso hay que estudiar?” Debo confesar que en mis primeros años profesionales se me subía muy alto la bilirrubina cuando oía semejante despropósito. Afortunadamente aprendí a calmarme, y ahora tengo la respuesta lista: “No, no tuve que estudiar. Tuve la dicha de nacer aprendida”.
Amigo, si usted es de los que cree que no hay que estudiar para ser intérprete o traductor, le recomiendo que haga una búsqueda en la red. Se dará cuenta de que se trata de una carrera en todo el sentido de la palabra, con una duración de cuatro o cinco años, dependiendo de la universidad. La más famosa es la de Ginebra, Suiza (https://www.unige.ch/fti/fr/) .
¿No hay que estudiar? He aquí tan solo unas pocas de las materias que debe tomar quien aspire a ser un buen intérprete o traductor: gramática de cada lengua que hable y escriba el estudiante, gramática comparada, fonética, fonología, morfología, traducción e interpretación legal, traducción e interpretación médica, traducción e interpretación técnica, traducción e interpretación comercial, cultura y sociedad, ayuda en cabina, conducta y ética profesionales, y una miríada de temas especializados según la conferencia o el tema de la traducción.
MITO #3. UNA ESCUELA DE INTÉRPRETES Y TRADUCTORES ES LO MISMO QUE UNA ESCUELA DE IDIOMAS
Lamento desilusionar a los que piensan que van a aprender idiomas a una facultad de interpretación y traducción. La mayoría de los programas tienen como uno de sus prerrequisitos que el estudiante hable, lea, escriba y entienda dos lenguas extranjeras antes de iniciar sus estudios.
Durante la carrera se debe perfeccionar el conocimiento, pues la competencia lingüística de un intérprete o traductor puede abarcar varias ramas del saber. El acervo léxico de un profesional no es igual al de una persona que conoce una lengua extranjera, pero la usa únicamente para efectos conversacionales.
A la escuela de intérpretes y traductores se va a aprender el arte (¿o la ciencia?) de traducir e interpretar, estudio que, como ya hemos dicho, demora varios años para superar el pregrado. Y aún no estamos hablando de los numerosos postgrados que se ofrecen en diversas universidades del mundo.
MITO #4. COMO SOY BILINGÜE, AUTOMÁTICAMENTE SOY INTÉRPRETE Y TRADUCTOR
Aclaremos: 1. Hay quienes son verdaderos bilingües, trilingües, polilingües, etc. Estas personas pueden hablar, leer, entender y escribir con holgura en varios idiomas. ¿Son por ello intérpretes o traductores? Pensemos: si así fuera, las facultades no exigirían el conocimiento de lenguas extranjeras antes del primer día de clases.
2. Muchos son los que dicen ser bilingües, trilingües, polilingües, etc., porque pueden “pedir cocteles” en varios idiomas, o porque estudiaron una lengua un par de años. ¿Son en verdad lo que dicen ser?
Algunos han aprendido un idioma en la diaria batalla por la supervivencia en un país extranjero. Pueden vivir una vida normal, llenar formularios, pagar cuentas, ir al médico, etc., usando para ello la segunda lengua que han aprendido. ¿Les confiere esta circunstancia la autoridad para llamarse intérpretes o traductores? Creo que ustedes ya saben la respuesta.
Bien decía un artículo de la revista Time, publicado en 1989 [1]: “Quien cree que es intérprete o traductor porque habla dos idiomas, es como quien cree que es pianista porque tiene dos manos”.
MITO #5. “INTERPRETAR” ES REPETIR
Hace años yo estaba en una interpretación consecutiva entre una abogada de habla inglesa y su cliente de habla castellana. Al cabo de varias horas, la abogada dijo tener hambre. Lo mismo dijo su cliente. Por último, yo también confesé que tenía hambre. Mi sorpresa fue mayúscula cuando la abogada me dijo: “¿Pero usted de qué está cansada? Usted no hace sino repetir”.
Esta idea es bastante difundida, incluso entre quienes contratan intérpretes frecuentemente. Hasta amigos míos me han confesado que esta era su creencia. Yo los invito a que reflexionen: una persona repite, cuando dice EN EL MISMO IDIOMA lo que otro dijo. El esfuerzo mental que implica la búsqueda permanente de la palabra o la expresión correcta, que no disminuya, aumente ni cambie lo que quiso decir una persona, es algo que no se sabe hasta que no se hace. Por eso los intérpretes necesitamos descansar (¡y comer, cómo no!) y turnarnos. No es por azar por lo que se considera una de las profesiones más estresantes del mundo.
Mientras el traductor tiene tiempo – al menos teóricamente– para consultar diccionarios, hacer llamadas, comparar opciones, etc., el intérprete está inmerso en el fragor de una batalla donde pueden ocurrir muchas cosas: no entender lo que dijo una persona, no oír, encontrar una situación cultural desconocida – por ejemplo un chiste que no es chistoso o es ofensivo en otro idioma– , comprender las palabras pero no el sentido, encontrarse con un hablante que no sabe expresarse, etc.
La lista de mitos no termina aquí, por lo que deberé retomar este tema en el futuro porque sé que todos nosotros nos hemos encontrado con circunstancias semejantes a lo largo de nuestra vida profesional.
[1] Lamento no poder citar la fecha ni el número de la revista, ya que vi la publicación en una cartelera.
MINUCIAS
Se requiere más que dos manos para ser un buen pianista. Se requiere más que conocer dos idiomas para ser un buen traductor o intérprete.
Francois Grosjean, experto en psicolingüística
SABIDURÍA DE SANCHO PANZA
No hay estómago que sea un palmo mayor que otro.
SUSCRÍBETE AL BLOG
Introduce tu correo electrónico para suscribirte a este blog y recibir notificaciones de nuevas entradas.
Me parece excelente que aclare todos estos mitos. Sobre todo el de la diferencia entre intérprete y traductor. Me parece que es el mito más común.
Gracias.
Usted expuso ordenadamente cosas que efectivamente suceden en el mundo de la interpretación y la traducción. Se lo agradezco.
Muy agradecida. Y todavía falta hablar de otros mitos.
Excelente explicación sobre éstos mitos. Nos aclara muchas dudas como siempre. Gracias
Muchas gracias por ser tan fiel lectora.
Muchas gracias por poner de presente el desconocimiento general sobre qué es ser intérprete y traductor.
Muy agradecida
¿En dónde se puede estudiar interpretación simultánea en Colombia? Tengo un hijo que acaba de terminar de estudiar inglés en el Colombo Americano. Yo pensé (pobre de mí) que eso era todo lo que él necesitaba para ser intérprete. Su artículo ha ilustrado sobre el asunto.
Lo felicito por evitar el error a tiempo. La universidad del Rosario tiene programa de interpretación y traducción.
Gracias por el escrito, muy interesante, me aclara las diferencias y también me hace ver que todo esto también se conecta con distintos quehaceres, con varias profesiones sobre todo las que tienen que ver con el arte…
Como si uno naciera ya aprendido…
En mi caso, existen diferencias claras con respecto a las carreras de Música, Musicoterapia, Musicología… Diferencias en lo académico, en el enfoque y en la acción del quehacer.
Me place saber que la profesión de las palabras se conecta por derroteros inusitados con la música. Yo lo he sabido siempre, pero nunca sobra que lo diga un profesional de otras ramas del saber.
Soy traductor aficionado, lo cual significa que no me hago publicidad como traductor, pero sí lo hago ocasionalmente cuando no podemos contratar a un profesional. Leer su artículo me ha ampliado los horizontes, sobre todo porque soy consciente de las muchísimas dificultades que se presentan en el camino de una traducción, las innumerables dudas, las ambivalencias, etc. Por eso siento mucho respeto por la labor paciente y tesonera de quienes se dedican como un ratón de biblioteca a esta doble profesión de intérprete y traductor.
Sus comentarios son siempre como un lenitivo para mí. Gracias por valorar nuestro trabajo.