NATACIÓN Y GRAMÁTICA
Esther Williams en Escuela de Sirenas
Amigos:
No todos tenemos el arte de Esther Williams para nadar, pero creo que estamos de acuerdo en que ella, la madre del nado sincronizado, nada con mucho estilo. Con ello queremos decir que sabe cómo hacerlo, lo hace con gracia, con elegancia, con suavidad, con una sonrisa en los labios que nos invita a creer que no se requiere mucho esfuerzo para imitarla.
Pero las apariencias engañan, pues detrás de tanta facilidad, sincronía y belleza, hay años y años de entrenamiento arduo y disciplinado. Y lo mismo puede decirse de cualquier otro arte, oficio, profesión o deporte que se practique con tanta maestría.
Stilus es una voz latina cuyo significado es “punzón”, pero, más específicamente, es el punzón usado para escribir en tablillas de barro, como se hacía en el antiguo Egipto. Aunque estas cayeron en desuso con la invención del papel, siguió usándose la palabra stilus o stilo para nombrar el instrumento de forma similar al punzón con el que se empezó a escribir con tinta. Aún en nuestros días seguimos usando las palabras “estilógrafo”, “estilográfica” “estilete”, etc., para denominar los diversos instrumentos para escribir a mano, u otros de forma similar.
Con el tiempo, “estilo” también empezó a significar la manera especial que tiene una persona para hacer algo. ¿Pero qué es el estilo al escribir? Dejemos de lado a los grandes escritores que nos hacen sentir como un microbio por su capacidad de tocar las fibras más íntimas del ser humano, por su conocimiento del tema, y por su magistral dominio del idioma.
Pensemos más bien en el ser humano común: el que debe enfrentarse a menudo con la redacción de una carta, una solicitud de empleo, un discurso de inauguración, una despedida a un amigo que se va, etc. Difícil sería definir el estilo, pero algo ha de haber cuando en un grupo de personas se elige a una de ellas para escribir a nombre de todos. ¿Por qué se designa específicamente a alguien para llevar a buen término la comisión? Quizá porque dicha persona es reconocida por los demás como la que mejor podría expresar el sentimiento de todos con frases bien hiladas, ideas comprensibles, y palabras correctas.
Pero, aunque la palabra “estilo” puede aplicarse a la manera propia de escribir de una persona, no se nos ocurriría emplearla para referirnos a alguien que sin lugar a dudas escribe muy mal. Y a pesar de tratarse de un concepto un tanto abstracto, hay algunos criterios [1] que nos permiten inferir cuándo algo está bien escrito, y deben tenerse en cuenta en el orden siguiente:
-
- Claridad. Parece una perogrullada, pero son muy frecuentes los casos en que termina diciéndose algo diferente, o incluso diametralmente opuesto, de lo que se quiere decir. A veces la causa puede ser tan solo el uso erróneo de una microscópica coma. Otras, puede ser un yerro semántico (el autor cree que una palabra significa una cosa, pero significa otra). Una sintaxis impropia también puede alterar la comprensión del texto. Una oración demasiado larga, en la que se quiere decir mucho al mismo tiempo, da origen a un estilo incomprensible en el que el lector debe releer y releer para tratar de entender algo. Las mejores ideas pueden quedar inmersas en una nebulosa por la falta de claridad. Un buen síntoma de que el estilo es claro, es que el lector entienda con la primera lectura.
- Concisión. El uso de solamente las palabras necesarias es lo que se llama “concisión”. Esta virtud es la que otorga la medida justa de la expresión. Se practica, entre otras circunstancias, cuando se evitan repeticiones superfluas, sinónimos que nada añaden al objetivo del texto, o cuando el autor da explicaciones o definiciones para algo que podría decirse en una sola palabra. Por ejemplo: en lugar de decir “caza con halcón”, podría decir “cetrería”.
Empero, “concisión” no significa “laconismo”. No es necesario escribir como en los tiempos en que se cobraba por palabras para enviar telegramas. Podríamos pensar en una analogía con la nutrición: si bien es conveniente no desperdiciar los alimentos, no por ello nos empeñaríamos en desnutrirnos. - Conocimiento del Idioma. Quizá podríamos decir que si nos volvemos maestros en el arte de escribir fiel, clara y concisamente, ya habremos logrado por lo menos 50% del estilo. El resto está formado por el estudio constante del idioma, la consulta pertinaz al diccionario, la lectura de libros cuyos autores y/o traductores nos sirvan de modelo para redactar con la misma elegancia, gracia, suavidad y maestría con las que nada la insuperable Esther Williams.
[1]Me baso en el Manual de traducción y copiedición, de Hernando García Bustos. Editorial McGraw Hill. Bogotá, Colombia.
MINUCIAS
“El silencio es el idioma de Dios. Lo demás son pobres traducciones”.
Juan Rulfo
SABIDURÍA DE SANCHO PANZA
En manos está el pandero que le sabrán bien tañer.
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Yo peco de sucinta. Así que me copio esta expresión: “si bien es conveniente no desperdiciar los alimentos, no por ello nos empeñaríamos en desnutrirnos”.
Muchas gracias, Yilda.
¡Qué bueno! Quizá pueda también aplicarse a otros ámbitos de la vida, o decir: “Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”. Gracias por su comentario.
Cada vez una lección más. Yo peco de telegráfico.
Todos pecamos de algo.
Interesante lección. A veces llegan cartas incomprensibles, como usted dice, por querer decir mucho en una sola frase. ¿Es posible conseguir películas de Esther Williams?
Sí, en Amazon están todas. “Escuela de Sirenas” se llama en inglés “Dangerously wet”.
Me fue inevitable comparar esta película al nado sincronizado o artístico de las últimas Olimpíadas: mucho más rápido, arriesgado y complicado. Los estilos también tienen relación con las épocas…
Claro que tú solo viste una partecita de todo lo que Esther Williams hizo. La verdad es que se partió el cuello una vez, y estuvo a punto de no volver a caminar, y mucho menos a nadar. También hizo acrobacias arriesgadísimas. Una de ellas le valió perder un bebé. Pero, en este caso, lo importante es el símil con el estilo para redactar.
Muchas gracias por las pautas para redactar mejor. Los chicos de hoy no saben nada de eso porque el sistema escolar no hace nada para ofrecer alternativas ante los mensajes de texto. Las mayúsculas están cayendo en desuso. Cada uno escribe como puede, pero sin conocimiento de causa.
Lo mismo los signos de puntuación: se están acabando. Y noto que son muchos los jóvenes que no PUEDEN escribir a mano porque seguramente ya no se enseña caligrafía. No me consta, y no puedo generalizar, pero infiero por lo que veo.
El estilo, en realidad, es lo que nos permite distinguir quién escribe algo, pero es muy difícil ponerlo en palabras. Lo que sí es fácil, es saber cuándo alguien escribe bien o escribe mal. Muchas gracias por este ilustrativo artículo.
Cierto. Es algo como intuitivo, esto de decir: “Este es el estilo de fulanito”.
Bello símil entre la natación y la gramática. No sé cuál me gusta más.
Muchas gracias.
Gracias Yilda por tu valioso aporte a nuestro conocimiento. Como casi siempre, no te limitas a enfocarte en el punto que quieres enseñarnos sino que aumentas nuestra cultura general, en esta ocasión anécdotas sobre Esther Williams.
Hay buenos imitadores de estilo. De vez en cuando nos llegan mensajes que nos invitan a leer algo diciendo que “…como decía Borges, o García Márquez, o Benedetti… etc. ” pero que quienes tienen amplia cultura y los han leído en original, saben que no los escribieron… pero hasta nos hacen dudar :).
Muchas gracias, María Isabel. Es cierto: hay buenos imitadores de estilo, y en el fondo es un honor para un escritor que otros traten de imitarlo. Algunos son muy buenos. Otros no tanto, pero a un lector avezado debería quedarle fácil distinguir. Es como un Rolex original y uno de San Andresito.
Muy buena e instructiva tu comparación con el nado de Esther Williams. ¡Gracias! Hay quienes imitan, hasta muy bien, el estilo de famosos como Borges, García Márquez, etc, para endilgarles sus párrafos… y a veces convencen.
Efectivamente hay muchos imitadores. En el caso de Esther Williams, sin embargo, creo que es muy difícil imitarla. Ja ja.
El estilo con el que se escribe dice mucho de las personas , gracias por resaltarlo aquí.
Claro: dice mucho de su educación, sobre todo. Muchas gracias por su comentario.
El concepto de la claridad y el de la concisión son muy importantes. Tal vez algunos lo hemos pensado pero sin mucho método, solo intuitivamente. Pero saberlo conscientemente es muy importante porque ayuda a preguntarse, al terminar de escribir algo, si sí está escrito de manera clara y concisa. ¡Qué problema el de tanta gente que escribe unas parrafadas incomprensibles! Como usted dice: por querer decir mucho al mismo tiempo. Gracias por su artículo.
De acuerdo: una buena idea es tratara de hacer una lista para enumerar las ideas. De esta manera se aclara mucho la mente (y la redacción, por supuesto).
Me encanta que usted recurre a otras cosas (fuera del reino de la gramática) para estudiar ideas gramaticales. Me parece un recurso muy didáctico. La felicito. Además, no conocía a Esther Williams. Gracias por presentármela.
Muchas gracias.
Por favor, escriba un artículo sobre el lenguaje inclusivo. Me parece que es un tema candente.
Con mucho gusto. Sí: es el tema de moda, fuera de la pandemia.
Querida Yilda: ¡Qué maravilla la comparación de un estilo físico y un estilo académico, bravo! Muchas gracias, como siempre, por tu aportación al campo de la lingüística.
Muchas gracias, Georganne. Verdaderamente quedo muy agradecida.
Querida Yilda, como suele sucederme con los textos de tu blog, la temática del “estilo”, aplicable a la escritura y a otras modalidades de expresión -tanto artísticas como cotidianas-, generó en mí una gran resonancia a nivel afectivo y de reflexión. Desde mi amor por la danza y también por la “danza de las palabras”, intuyo algo enigmático en aquello que llamamos “estilo”, pero que no dudamos en reconocer en el despliegue singular de formas que cautivan y atrapan nuestra atención. Recordé una opinión (creo que de Herman Hesse) en el sentido de que el estilo está íntimamente relacionado con el ritmo que se imprime al texto, y me pareció ver esa cualidad en la bella ejecución de Esther Williams. Yilda, ¡cuánto deleite y admiración me provoca tu estilo sutil y magistral de realizar una pedagogía de la lengua!
Como suele sucederme cuanto llegan los textos de tu blog, la temática del “estilo”, vista desde la perspectiva interrogativa de la posible analogía entre la escritura y el nado artístico, me generó una gran resonancia, tanto a nivel afectivo (deleite, inspiración) como de reflexión. Como apasionada de la danza e, igualmente, de la “danza de las palabras”, intuyo que hay algo enigmático en la cuestión del “estilo”, el cual, dadas ciertas condiciones, es reconocible en diversas expresiones humanas, sean artísticas o cotidianas. Recuerdo una opinión (creo que de Hermann Hesse) en el sentido de que el estilo está íntimamente vinculado con el fenómeno del ritmo, el que sin duda me parece que tiene que ver con la bella ejecución de Esther Williams. Yilda, ¡cuánto placer y admiración me genera tu peculiar, sutil y magistral estilo de convocar a la reflexión sobre la lengua!
Margarita, qué profundo comentario, y qué valioso. Qué bella manera de hablar del estilo. Efectivamente, en esto del estilo hay algo indefinible, algo que es mucho más del ámbito del corazón y de los sentidos, que del intelecto. Algo que quizá no pueda aprenderse a pesar de mucho estudio. ¿Será que se nace o no se nace con una cierta aptitud para el estilo? Lógico que puede cultivarse, pero a veces ni por más cuidados en el cultivo se llega a alcanzar. Muchas, muchas gracias por tu comentario.
To live with style
To converse with style
To present with style
To appreciate each individual’s style
And then, to come together as two
Thanks a lot.