RÉQUIEM POR LOS VERBOS REFLEXIVOS
Amigos:
¿alguna vez han sentido irresistibles deseos de llorar por la muerte de un ser querido? Es lógico que, en una situación tal, el dolor sea infinito, en vista de que no hay cómo reversarla. No siendo Lázaro, no tenemos mejor asidero que la aceptación.
Pues bien: uno de los grandes lutos que ya podemos presentir en el mundo hispanoparlante es el cada vez mayor desuso de los verbos reflexivos. ¡Concédeles, Señor, el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua!
¿Pero qué es un verbo reflexivo? Aclarémoslo para aquellos que no lo sepan, o lo hayan olvidado o tengan confusiones: un verbo reflexivo es aquel en el que la acción (verbo) recae sobre la misma persona que lo ejecuta. En otras palabras, el sujeto (quien realiza la acción) es el mismo sobre quien recae dicha acción (objeto directo).
Analicemos la oración El arquitecto construyó una casa enorme:
Es fácil ver que alguien (el arquitecto) construyó algo, y ese algo es una casa enorme. En otras palabras: el sujeto (el arquitecto) y el objeto (una casa enorme) son diferentes.
Distinto es el caso de esta oración: Pedro se ducha.Veamos:
Es claro que quien ejecuta la acción (Pedro) es la misma persona que la recibe (Pedro). Por esta razón, “ducharse” es un verbo reflexivo. Todo verbo en el que sucede este fenómeno de que el sujeto y el objeto son el mismo, se llama“reflexivo”.
Estos verbos siempre deben ir acompañados de su correspondiente pronombre (reflexivo), sin el cual nos queda faltando la información de que el sujeto y el objeto son uno mismo. Veamos un ejemplo:
Yo me ducho.
Tú te duchas.
Ella / él se ducha.
Nosotros nos duchamos (cada uno se ducha a sí mismo).
Ustedes se duchan / vosotros os ducháis (cada uno se ducha a sí mismo).
Ellos se duchan (cada uno se ducha a sí mismo).
Si omitimos el pronombre reflexivo, la expresión queda coja. El lector o el oyente queda en babia esperando en qué momento va a aparecer el objeto. Veamos estos tres ejemplos:
1. El tren descarriló.
El tren es el sujeto, pero ¿a quién o a qué descarriló? A sí mismo. Por esta razón la información estará incompleta hasta que no le agreguemos el pronombre “se”:
El tren se (él mismo) descarriló.
2. Conectemos con el universo.
Si estamos conectando un electrodoméstico, la conexión recae en dicho objeto: Conectemos la lavadora. En este caso, la acción de conectar recae sobre la lavadora. Pero en el caso que nos ocupa, nosotros somos los conectados, luego lo correcto es:
Conectémonos (nosotros) con el universo.
3. Adhiero a esa posición política.
¿Qué es lo adherido? Yo mismo, luego el verbo debe ser reflexivo. De lo contrario, nos quedamos esperando a ser informados sobre qué es lo adherido, como sería el caso en la oración “adhiero este aviso a la puerta”, en la que la acción de adherir recae sobre el aviso. En nuestro ejemplo, lo correcto sería:
(yo) Me adhiero a esa posición política.
MINUCIAS
La vida es como una leyenda: no importa que sea larga, sino que esté bien narrada.
Séneca
SABIDURÍA DE SANCHO PANZA
Más vale al que Dios ayuda que al que mucho madruga.
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Cada día mejor. Ahora contamos el año. Abrazos
¡Listo! ¡Conectémonos con abrazos!
Muchas gracias, Yilda, como siempre muy interesante el análisis.
Sin embargo, me habría gustado encontrar en tu artículo más pruebas o evidencias de que, efectivamente, el uso de los verbos reflexivos está disminuyendo en publicaciones de prestigio.
Tal vez en un futuro artículo se podrían presentar evidencias de tipo:
“Miren. En los siguientes artículos de El Tiempo y de La Nación, ambos periódicos que gozan de prestigio tanto nacional como internacional, encontré las siguientes secuencias donde falta el pronombre reflexivo:
[…]
Esto quizás demuestre que el uso incorrecto de los verbos reflexivos está aumentando hasta en publicaciones de prestigio.”
Agradezco mucho tu sugerencia. Así lo haré. La verdad, los ejemplos que dí con los verbos ADHERIRSE, CONECTARSE y DESCARRILARSE fueron tomados de la vida real, pero habría sido magnifico citar las fuentes. Pienso escribir pronto un artículo sobre los verbos recíprocos, en los que aprovecharé la oportunidad para seguir tu acertada idea. Gracias.
Gracias querida Yilda, los verbos reflexivos son nuevos para mí,
Me exploro construyendo frases…
¡Qué maravillosa exploración!
Me gustó mucho esta columna y los ejercicios correspondientes. Yo no he dejado de usar los verbos reflexivos. No porque sea un experto en la materia sino que si no los uso, la oración me queda malsonante o incompleta.
Ayúdame, porfis, Yilda, con los verbos “inventar” e “imaginar” que me dejan en ascuas. ¿Es “imagínate que vas volando por los cielos” o “imagina que vas volando por los cielos”? Yo me voy con la primera pero veo la segunda muchas veces y me entra la duda. Tenkius por su ayuda, doña Manuelita.
En el hablar llamado “culto” (palabra de infinitos matices), el verbo “imaginar” es transitivo, no reflexivo. Según eso, debemos decir: “imagina que eres un pájaro”, puesto que una cosa es el que imagina, y otra cosa es lo imaginado. Otra cosa es que el sujeto sea parte de lo imaginado, como en: “imagínate volando, ya que eres un pájaro”. Habiendo dicho esto, no podemos ignorar que en el habla popular, cuando tú y yo hablamos como panas que somos, lo más común es usar el verbo “imaginar” como reflexivo, aunque el sujeto no haga parte de lo imaginado. Ejemplo: “imagínate lo que me acaba de pasar”.
Agradezco el tema que toca en la columna de hoy. Hice los ejercicios, y me fue relativamente bien. Pondré cuidado de no cometer este error.
Le deseo mucha suerte.
Su artículo me confirma que este fenómeno está ocurriendo. Yo lo había comentado con alguien en algún momento, pero nadie me dio la razón. Gracias.
Bueno, pues ahora yo le doy la razón. ¡La felicito por haberlo observado solita, sin ayuda de vecino!
No sé cuántas veces al día tengo que oír en los medios sociales, en la radio, en la TV, el cuentico de que “aplican condiciones y restricciones’. Deberían los comunicadores y publicistas preocuparse un poquito más por la lengua castellana.
De acuerdo. Tal parece que en las facultades de comunicación no enseñan a respetar el idioma.
Geniale. Spero non essere in questo pianeta chiamato Terra il giorno che non si usino i pronomi riflessivi.
Tu sei già in questo pianeta.
Llego un poco tarde a los comentarios, pero no importa. Aunque no sé casi nada de gramática, sí había notado algo raro, pero no sabía que era. Sobre todo en eso de “aplican condiciones y restricciones”. Gracias por su explicación. Me quedó muy claro el tema, y trataré de poner atención.
Sí, tal vez es uno de los ejemplos más comunes y cotidianos. Sobre todo aquí en Colombia.
¡Muy bueno su artículo, admirada autora. Pero seamos optimistas: no morirán, pues los contenidos quedarían mal para el oído y la vista. ¡Mejor hagamos un buen uso de ellos!
¡Sí, seamos optimistas! Lo malo es que a veces es un poco difícil. Los contenidos YA se ven y se oyen mal, porque YA se usan mal los verbos reflexivos.
Como siempre, usted da en el clavo con temas candentes de la lengua castellana. La felicito. Casi nadie se da cuenta de este fenómeno. Hay que vivir con el ojo encima para captar estas sutilezas que se nos van metiendo despacio hasta cambiar radicalmente el idioma.
Es cierto. Pasa inadvertido. Gracias por su comentario.
Gracias por el artículo! Uno usa el lenguaje muy naturalmente y pierde de vista todos sus intríngulis.
No conocía las definiciones de proclítico y enclítico. (Me llama la atención que se puedan intercalar en algunos casos ej: descarrilóse, adhiérome )
Muchas gracias, estimado lector. Efectivamente, los pronombres pueden usarse como proclíticos o como enclíticos. Sin embargo, el enclítico –en el caso de los verbos reflexivos–es de uso menos común, y a veces es casi exclusivamente para cuando se quiere hablar o escribir con elegancia. Es posible que fuera más común hace varios siglos.
Lo otro, es que en el caso específico que usted menciona (descarrilóse), hay que tener en cuenta que si bien DESCARRILÓ lleva tilde por tratarse de una palabra aguda terminada en vocal, al agregársele el pronombre enclítico, deja de ser una palabra aguda, y se convierte en una palabra grave terminada en vocal. Como tal, pierde la tilde (las palabras graves solo llevan tilde cuando NO terminan en vocal, N ni S.
En cambio, en ADHIÉROME, la tilde está muy bien puesta, pues aunque ADHIERO es una palabra grave terminada en vocal (y por tanto no lleva tilde), al agregársele el pronombre enclítico, se convierte en una palabra esdrújula, y las palabras esdrújulas SIEMPRE llevan tilde.